Según los datos estadísticos de
las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, Colombia registró el
año pasado aproximadamente 26.000 muertes violentas, siendo el más alto
porcentaje las muertes causadas por riñas entre personas comunes y corrientes.
Un dato muy preocupante porque es en las ciudades donde se está registrando el
índice más alto de criminalidad al lado de las que se producen por el conflicto
armado entre los diferentes actores armados.
Este dato al lado de las noticias
sobre los diferentes conflictos bélicos alrededor del mundo, de una u otra
manera debe tocar nuestro quehacer en el aula, no podemos estar ajenos a esta
cruda realidad, y éticamente nos sentimos obligados a hacer una reflexión sobre
cómo estos hechos hacen que nuestra acción en el aula esté construida sobre un contexto
específico, no lo hacemos para moralizar, politizar, o ideologizar el
conflicto, lo hacemos para hacer una apuesta por la vida, por la cultura
ciudadana, por la resolución de los conflictos de una manera civilizada, y eso
se aprende en la escuela, la escuela tiene que ser un espacio para aprender a
resolver conflictos, para aprender a dialogar, escuchar al otro, tolerar las
diferencias, y aprender a convivir.
Pero además, la familia debe
reforzar los valores aprendidos en la escuela, no es sensato que nuestros hijos
en la casa aprendan a ser violentos, intolerantes, irrespetuosos e indiferentes
a esa triste realidad de la guerra, la casa es un espacio pedagógico donde
aprendemos que el otro, el ser humano, lo tenemos al frente para construir, y
si piensa distinto, si es de una raza distinta, si es de una opción sexual
distinta, que la actitud sea la del respeto y no la de promover la violencia
como la única salida para imponer nuestros pensamientos y maneras de ser.
Portales tiene que ser un ejemplo
de construcción de cultura ciudadana y un laboratorio de paz.
Diego González